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La sonrisa impresionista

Detalle del cuadro » Bal au moulin de la Galette» de Pierre- Auguste Renoir.

Fue Mohandas Karamchand Gandhi quien escribió unos versos memorables sobre el poder y el valor de la sonrisa. Y con ellos, lo expresó todo. Eso lo recordé la semana pasada, cuando iba de camino a casa tras un día agotador y unas cuántas reuniones con clientes, extensas, intensas, productivas, esclarecedoras y energéticas.

Cuando ya estaba en soledad, me pregunté qué habíamos logrado en esas tres reuniones, prácticamente seguidas. Y repasé en detalle la secuencia de cada una de ellas. Esto es algo que suelo hacer siempre como parte de mi trabajo. Es la reflexión tras la reunión antes de comenzar a hacer o ejecutar planes. Encontré, además de lo previsible (unos objetivos a planificar y los pasos que íbamos a dar para conseguirlos), algo común a todas ellas y que nos dio alas (como el anuncio): la sonrisa. La sonrisa que irradiaban lo clientes desde dentro. La que transmite confianza, serenidad, logro, satisfacción por el trabajo bien hecho, por ser capaces, por sentirse orgullosos. Creedme: si nos dedicamos a esto en Idreal, si hay algo que de veras nos alimenta, son esas sonrisas. Permitidme que lo exprese así: “es lo que nos pone”, nos sitúa en un plano más allá de la profesionalidad. Nos sitúa en el mapa de la amabilidad, de ser gentiles de verdad. Nos sitúa en un mundo refrescantemente humano.

Y retomé el sentido de la palabra sonrisa para, como también suelo hacer habitualmente, escarbar en la raíz de esta preciosa palabra.  Sonreír proviene del latín, del verbo subrideo (de rideo ‘reír’ y del prefijo sub-, que indica que algo se encuentra localizado por debajo o debajo de otra cosa) Así, significa, en sentido figurado, reírse levemente, sin ruido. Es como reírse en la clandestinidad, soterradamente…de ahí quizás que, para mí, lleve aparejada una complicidad mayor que la de la risa. La sonrisa es más cómplice, más indicativa, más sucinta, más seductora, más gestual, más impresionista que su prima la risa. Es el trazo rápido dentro de esa sala que hace que la reunión tenga color, que nos inspire, que nos haga no sólo más fácil el trabajo, sino más llevadero, más gratificante.

Es la sonrisa, idiota, me repetía, mientras conducía practicando tan dichoso ejercicio. En nuestro trabajo considero la sonrisa auténtica una cualidad imprescindible. De hecho, las personas que trabajan para Idreal, la llevan de serie. Es una habilidad diferenciadora el tener esa sonrisa, pero de verdad. De otro modo no concibo nuestra actividad, nuestra colaboración y nuestro entendimiento. He dicho auténtica porque esa sonrisa debe aflorar desde dentro y no esbozarse únicamente en función de lo que perciban nuestros sentidos. Todavía recuerdo a la Madre Eusebia del colegio diciéndome aquello de: “Tortosa, guapina, sonreír en clase es de bobos. En el recreo vas al despacho de la directora”. Boba perdida y sin recreo, así transcurrió parte de mi infancia… 😊 Y lo escribo con humor, en memoria de aquella extraordinaria monja.

Tras apuntar estas breves reflexiones sobre ella, la sonrisa impresionista, y su influencia en mi vida y en mi labor en Idreal, lo que pretendo es hacerle un reconocimiento, el que se merece como única que es. Y ahora sí, traer los preciosos versos de Mahatma Gandhi: “La sonrisa no cuesta nada y produce mucho, enriquece al que la recibe, sin empobrecer al que la da. No dura más que un instante, mas su recuerdo a veces es eterno.  Nadie es demasiado rico para poder prescindir de ella. Y nadie es demasiado pobre para no merecerla. Una sonrisa da felicidad en el hogar y apoyo en el trabajo. Es el símbolo de la amistad, da reposo al cansado, anima a los más deprimidos, reconforta a los desanimados y es el mejor antídoto contra los problemas. No se puede comprar, ni prestar, ni robar, pues es algo que no tiene valor, hasta el momento en que se da. Y si alguna vez te tropiezas con alguien que no sabe o no puede dar una sonrisa, debes ser generoso y darle la tuya.”

Así que, ya sabes, arranca la semana con esa sonrisa profunda y auténtica que te dará energía para irradiar a los demás y contagiarles. No pierdas la oportunidad.

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