Me han pedido unas letras por aquello de la «Semana de la Mujer» y pese a que, para mí, todos los días hay que demostrar la valía y el aporte de las mujeres a la sociedad, he decidido hacerlo por deuda, por respeto y por compromiso. Eso sí, advierto que este texto no es para autocomplacientes. Es tiempo de valientes y de escribir «a calzón quitado», aun siendo mujer. Voy a compartir con vosotros mi visión sobre en qué consiste esto de ser mujer profesional desde la arena y desde la barrera en el siglo XXI.

Imagen de la estatua de ‘Fearless Girl’, o Chica sin miedo, instalada en Wall Street frente al famoso ‘Toro embistiendo’. Obra de Kristen Visbal. 2017.
Por un lado, desde la arena ( y hasta hace poco tiempo, asumiendo la dirección de un área como es RRHH), lo he vivido como una lucha constante por hacerme escuchar, pero lo que es más arduo, por hacerme entender, especialmente cuando no hay voluntad ni sensibilidad por hacerlo. Desde aquella conversación que mantuve con un Director Comercial y un Director General donde tuve que oír estas palabras: “no quiero más mujeres, que luego se embarazan y sólo causan problemas”, hasta el discurso de un Director General en el cierre de año académico universitario, donde se vanagloriaba de contar con el mejor equipo directivo “a pesar de la dichosa paridad”; por supuesto, sin que hubiera ni una sola mujer entre sus miembros. Rectifico: sí había una; la secretaria. Y el conocimiento de un alto directivo de una importante corporación que contaba con dos jóvenes asistentes (por supuesto, mujeres) que cubrían dos turnos horarios (de 8 a 14 h y de 14 h a 20 h) cuyo cometido era (y es) poner cafés, organizar conferencias, gestionar viajes, pasarle llamadas, instalarle paquetes de ofimática, recoger sus trajes del tinte o contratar servicios de taxi para visitas. Esto está y sigue pasando hoy, ahora, en 2019.
Por otro lado, desde la barrera del mercado empresarial, como directora de IDREAL, una firma que presta servicio a empresas socialmente responsables y comprometidas con sus profesionales (sean hombres o mujeres), pero también como observadora del panorama socio-económico en nuestro país. Vistas judiciales por la custodia de un bebé, fruto de un proceso de gestación subrogada de una ignota y ausente mujer ucraniana, que en el Registro Civil intentan inscribir como hijo de MD ( “madre desconocida”); hervideros en redes sociales catapultando la confrontación entre mujeres/hombres; partidos políticos que defienden extremar la protección de víctimas de la violencia de género y otros que se enfocan en proporcionar el número de hombres/maltratados/año, como si esto fuera una medida propia del sistema métrico decimal. Y otros que forman una delegación que viaja a Bruselas para la mal llamada «defensa del feminismo» y resulta que se compone de 8 trajeados hombres… y ni una sola mujer.
Portadas de prensa económica en un día cualquiera donde contemplamos fotos de varones poderosos que dirigen las grandes del IBEX 35 o hasta menos grandes, con titulares rotundos entrecomillados en contraposición a alguna ventana en el extremo inferior derecho, dedicada a una presentadora de TV despistada que precisamente cometió una imprudencia en un noticiario. Y lo que es todavía peor, portadas de rotativos nacionales donde los distintos partidos, ahora que nos viene la campaña electoral, muestran sus cartas para ofrecer todo tipo de lindezas a la mujer, en la mal llamada “Semana de la Mujer”(debe ser que el resto de las semanas no lo son), como segmento a captar para el voto (que si uno va a incluir 4 mujeres en su lista, que si “Menganita” será la próxima presidente de otra, … ) y algunos reportajes que asoman especialmente en el mes de Marzo con titulares intercambiables: “Ellas mandan en los cielos españoles”, “Ellas mandan en la banca”, “Ellas mandan en consultoría”, “Ellas mandan en la judicatura”, “Ellas mandan en la abogacía”, “Ellas mandan en la CEOE..” etc…o “Ellas deciden en el Consejo”, “Ellas deciden hablar”, “Ellas deciden no tener hijos”…Hagan la prueba.
No es verdad. Tristemente, no lo es. Yo lo llamo postureo mediático, político y por qué no decirlo económico y social. Y eso que somos unas campeonas…en desempleo. A cierre de 2018, y según la Encuesta de Población Activa (EPA) hemos tenido una tasa de desempleo femenino del 16,3 % (recuerdo que la tasa de desempleo española es del 14,5%), pero es que las mujeres menores de 20 años (de las cuales muchas han dejado los estudios tras la ESO o bien están estudiando en la universidad pero además están en búsqueda activa de empleo) tienen un tasa del 46,9%; las menores de 25 años, un 33,4%, y las que están entre los 25 y 54 años, 15,2% y las mayores de 54 años, 14,30%. Es decir, ni por la juventud divino tesoro ni por la madurez, bendita experiencia, la mujer se salva.
En cada una de esas franjas, conviene tener en cuenta el aspecto sociológico que hay tras estos datos. En primer lugar, la formación: solo un 10% de mujeres estudian los grados de Formación Profesional con más demanda y mayor índice de empleabilidad (Instalación y mantenimiento, Fabricación mecánica, Informática y comunicaciones, Electricidad y electrónica) pese a que más de la mitad de las mujeres cumplen los 30 años con estudios superiores, que supone un 11% más que los hombres. Eso sí: las tasas de abandono escolar temprano son más bajas entre ellas (14% frente al 21,7% de los chicos en 2018). Todas estas evidencias se extraen del Informe Igualdad en cifras Ministerio Empleo y Formación Profesional. Las mujeres son, por así decirlo, «mejores estudiantes».
En segundo lugar, la contratación. Las mujeres tienen peores tasas de empleabilidad en todos los niveles de formación entre los 25 y los 64 años. Y la principal causa es tanto la posible maternidad, la asistencia a dependientes en la familia como la cultura de los dirigentes de las corporaciones y empresas, que a día de hoy, siguen descompensadas en cuanto a género y sensibilidades se refiere (es evidente que si tú has sido madre o eres hija, no contemplarás como una enfermedad o una interrupción de la vida profesional, un embarazo; sino como una situación natural ligada a la reproducción humana, gracias entre otras cosas a la cual, hoy existen directivos varones en todas las cúpulas de decisión).
En tercer lugar, la toma de decisiones. Más allá del porcentaje de mujeres directivas congelado en el 27%, es difícil negar un tema real, un tema social, un tema cultural en un país que sigue siendo eminentemente masculino en el poder y la toma de decisiones empresarial e institucional tanto en el medio rural ( ASAJA ,COAG, cualquier ayuntamiento, etc..) como en el medio urbano ( CEOE, Cámara de Comercio de España, …).
Podrá haber Agenda 2030 de Naciones Unidas con el Objetivo específico de la Igualdad de Género, Horizonte 2020 conforme a la Estrategia Europa del Consejo Europeo, pero mientras no cambiemos las mentalidades en este bendito país nuestro, no habrá nada que hacer o lo haremos muy lentamente, a golpe de sanciones y decisiones carentes de autenticidad; será la norma hecha coerción.
Hablamos mucho de la transformación digital; hoy mismo la máxima autoridad de uno de los bancos más importantes de España- mujer para más señas- ha anunciado que pagará hasta 120.000 de €uros en bonus a los directivos para impulsar la transformación digital y poco se habla de la transformación empresarial y social desde la igualdad real de oportunidades, específicamente para la mujer (a ver si la próxima vez, el pago es por esa transformación y no sólo la digital).
De todas formas, no hay tiempo que perder y muchas de nosotras nos organizamos asociativamente ( FEDEPE, ASEME, AMMDE…) o nos aglutinamos en plataformas como womenalia o trabajamos para empresas ( haberlas, «haylas», aunque no abundan) que sí adoptan medidas reales de Igualdad Efectiva e Impulso Profesional y que sí entienden desde hace años la necesidad de ese cambio, de esa sensibilidad por hacer las cosas de otro modo. Desde el mérito, desde la capacidad y no desde el miedo a un embarazo o a solicitar la reducción de jornada para cuidar de tus hijos, o tus padres ancianos.. Y lo conseguiremos. Y ¿sabéis por qué? Porque somos muchas y somos valientes, y porque no sólo tenemos grandes referentes en el pasado de perseverancia y resiliencia como Christiane Nüsslein-Volhard, premio Nobel de Medicina 1995 por sus descubrimientos sobre el control genético del desarrollo embrionario temprano; o Mercedes Formica, jurista, articulista y escritora gaditana que logró la proeza en 1958 y tras muchos años, de la reforma de 66 artículos del Código Civil para incluir derechos civiles básicos de las mujeres; o Emilia Pardo Bazán, escritora que se ganó a pulso el respeto de sus coetáneos por mérito literario y periodístico propio; sino que somos cada vez más y no estamos solas: contamos hoy día con claros ejemplos que sustentan esa mujer que necesita el siglo XXI y que sois cada una de vosotras. Y es bueno saber, además, que contamos con todos los días del año y todas sus semanas para merecer el puesto, la empresa que tenemos y que queremos conseguir. Así que, recuerda, toca enorgullecerse todos los días de ser mujer porque mujer tenías que nacer. Mucho ánimo y a seguir trabajando. No estarás sola.
Comentarios recientes